domingo, 25 de septiembre de 2011

Obras son amores, y no buenas razones

EVANGELIO
El segundo hijo se arrepintió y fue. Los publícanos y las prostitutas se les han adelantado en el Reino de Dios.
Del santo Evangelio según san Mateo: 21, 28-32
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’. Él le contestó: `Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Éste le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?”. Ellos le respondieron: “El segundo”.
Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publícanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publícanos y las prostitutas, sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”. Palabra del Señor.
 Obras son amores y no buenas razones, dice el refrán. En esa misma perspectiva se ubica todo el mensaje cristiano y muy particularmente el evangelio de san Mateo. La congruencia y la puesta en práctica de la Palabra del Señor son los criterios decisivos para ser admitidos en el Reino. En concordancia con esos planteamientos los cristianos tenemos que confrontar nuestra confesión de fe con las prácticas cotidianas que ordenan nuestra vida personal y social. Las estadísticas que exhiben los rasgos discriminatorios e inequitativos de la sociedad, son una señal que debería sacudir nuestra aletargada conciencia. El personaje del Evangelio que terminó realizando el encargo de su padre, nos interpela a desandar los senderos injustos, para transitar por los caminos del Evangelio.

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